Novena y última etapa, corta pero espectacular e intensa, con bajadas vertiginosas y subidas fuertes, como no podía ser menos para llegar al final del camino, la Catredral de Santiago, en la Plaza do Obradoiro, a través del Arco del Palacio de Gelmírez, donde un gaitero se detuvo a nuestro pasar para tocarnos unas notas de gloria como a tantos peregrinos.
Llegada emotiva que no se puede describir, muchos recuerdos y muchas personas en nuestros corazones por las que va dedicada esta singular gesta cicloviajera.
Nos encontramos con María y Esther para cumplir una promesa, dos bicigrinos y dos peregrinas, y un reto en común conseguido.
Permitidnos que la crónica de ésta última etapa sea muy corta, ya que como final del camino, no hay palabras que describan la emoción de lo vivido en estos últimos momentos del camino. Personalmente me acuerdo de mi hermano, con el que empecé a viajar y quien tiene la culpa de que haya conocido tantos paises sobre mi bicicleta, y de mis padres, que nos dieron todo y a los que tanto hemos inquietado mientras pedaleábamos tan lejos de nuestras casas.
¡Seguiremos en el camino!